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El hijo de la voluntad.

 

Daniela Gómez.

 

 

Él se dedica a la profesión más brillante, es por esto que es un individuo brillante. La historia de un oficio que creemos olvidado, pero que goza de gran popularidad entre los zapatos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“Haz las cosas más sencillas de la manera más grande” es la frase que inspira a Wilson Sandoval Rodríguez a ejercer día a día su oficio de -embellecedor de calzado-  en la plaza de bolívar.  Con una gran sonrisa en su cara me muestra su tarjeta de presentación que lo acredita como “ingeniero del calzado” sólo para elegantes. Me dice que “mis zapatos hablan por mí” y me invita a sentarme a un lado del lugar donde se encuentran sus implementos de trabajo (agua, cepillos, betunes y bayetillas).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“Yo soy el hijo de la voluntad. –Will- es voluntad y –Son- es hijo, ahí lo tiene” comenta mientras le hace un gesto a un señor para que se siente en su lugar de trabajo. “Vivo en Cazuca y tengo dos hijos, el mayor de 20 años y la menor de 17. Soy viudo y no tengo mujer que me joda.” Lleva 43 años en el oficio y, aunque antes trabajaba en construcción, prefirió el oficio de lustrador: “Me gusta embellecerle el calzado a mi pueblo Colombiano, sin cometer errores que me avergüencen porque hay muchos emboladores pero pocos embellecedores.”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Converso con su cliente, mientras el cepillo y los demás implementos van y vienen como si bailaran en los zapatos cambiando totalmente su aspecto. “Yo siempre vengo donde Wilson porque es el mejor aquí en la plaza. Los zapatos son fundamentales para la presentación personal y él siempre los deja brillantes.”

 

 

Además de ser lustrador también es flautista, pintor apasionado, acuarelista, carboncillista y amante de la poesía, tanto escribir poemas como recitarlos. Es conocido como “El filósofo” porque es un hombre que le encanta hablar y siempre que lo hace menciona alguna de sus muchas frases célebres. Me dice que cuando  no tiene clientes dibuja en una libreta que lleva con él a todas partes porque “nunca se sabe cuándo aparezca algo digno de dibujar.” La saca de su maleta y me la muestra, tiene alrededor de 20 dibujos. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Lo invito a tomar un café en una tienda cerca a la plaza y me regala algunas de sus frases célebres: “La vida es una escuela por donde todas y cada una de las clases sociales tienen que pasar y en el peor o mejor de los momentos el más ignorante puede ser maestro.”

 

Sus manos reflejan su entrega a su profesión y su cabello blanco denota los años de la experiencia que ha ido acumulando con una larga lista de zapatos que han pasado por sus manos y por hechos que ha presenciado como la toma del palacio de Justicia por el M-19.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“Nunca he pertenecido al mundo de los cuerdos y me niego a pertenecer a él” dice tomando un sorbo de su café. Le agradezco por tu tiempo y me pide que lo deje despedirse con una frase antes de que corte la grabación mientras volvemos a su lugar de trabajo. Yo accedo y él dice: “Gracias por habermen escuchado, por habermen hecho sentir como el más inteligente de los inteligentes y el más ignorante de los ignorantes.  Es necesario que lean porque aquel que lee aprende, el que aprende sabe y el que sabe enseña. Gracias y hasta una próxima oportunidad.” Paro la grabación y me despido del Embellecedor de calzado que ya tiene un cliente en espera de sus manos mágicas. 

 

 

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